02 Oct Sobreprotección ¿Es lo mismo mimar que sobreproteger?
¿Alguna vez te han dicho que tu hijo o tu hija están demasiado mimados? ¿Temes caer en la sobreprotección?
Lo observo mientras corre, como si mi mirada pudiera evitar su caída. Cuando cae aprieto los dientes, como si mi gesto pudiera contener su herida. Pero mi hijo cae y su herida sangra, a pesar de mi atenta mirada.
Ahora soy yo quien corre, corro hacia él y lo abrazo. Entonces tomo consciencia de que no sólo yo le estoy consolando a él, también él me consuela a mi. Durante esos apenas tres segundos que permanecemos abrazados yo pierdo el miedo, el miedo que supone saber que no siempre estaré a su lado. De algún modo, con este abrazo, también me parece retrasar el momento en el que él descubra que volverá a caerse, que volverá sangrar y que yo no podré evitarlo.
Me viene a la memoria la última estrofa de «Dos o tres segundos de ternura», la canción de L. E. Aute que tantas veces escuché en mi adolescencia y que acababa diciendo:
» … estoy aquí a tu lado
para que no tengas miedo
al miedo de estar solos,
solos en el universo.»
Abrazar, besar, mimar a nuestros hijos es fundamental para que crezcan emocionalmente sanos. A querer también se aprende. Por esta razón, para querer a los demás y quererse a uno mismo, es necesario sentirse querido. No debemos escatimar en mimos, pero por supuesto, mimar no implica limitar la autonomía de los niños.
Ser conscientes de que nuestros hijos son seres independientes es fundamental para conseguir que crezcan seguros. No debemos impedir que realicen tareas para las que ya están preparados. Si lo hacemos así, creyendo protegerles, deberíamos plantearnos que quizá no hayamos vencido el miedo, ese miedo del que habla Aute, «el miedo de estar solos, solos en el universo».
Cuando les sobreprotegemos, impidiéndoles desarrollar su autonomía, les estamos transmitiendo el mensaje de que no son capaces.
Como consecuencia, iremos mermando la autoestima de nuestros hijos y haciendo de ellos niños cada vez más inseguros. Por el contrario, si vencemos nuestros miedos y dejamos de sobreprotegerles, les estaremos transmitiendo que son capaces, lo que reforzará su autoestima. Por consiguiente, empezaremos, de verdad, a protegerles. Y es que sobreproteger sólo desprotege.
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